Constelaciones Familiares - Bert Hellinger

PROLOGO
Queridos lectores de esta nueva edición de Ayuda para la vida diaria,
En esta edición ante todo se trata de la relación entre hombre y mujer, es decir, de la entrañable unión entre lo masculino y lo femenino en nuestro cuerpo y en nuestra alma. A lo mejor para vosotros se dará una que otra sorpresa, como también para mí, cuando me lo pude hacer conciente.
Por lo demás, hay algunas cosas que le hacen igualmente bien a nuestra alma y a nuestras relaciones. Aquí encuentran señales que nos facilitan comprensiones para nuestra profesión y empresa, que indican caminos hacia el éxito, que tal vez antes se mantenían ocultos.
Estoy contento, que de esta manera pueda mantenerme en un intercambio vivo con ustedes.
Bert Hellinger

Hombre y Mujer, la imagen completa
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Derecha e izquierda, las otras dimensiones
Del curso en Berlín, 10-12 de septiembre 2010
Quiero hacer algo con todos vosotros. Lo haré a través de una meditación.
Comentario previo
Hay dos hemisferios cerebrales, que se encuentran uno frente al otro. Se encuentran enfrentados y también se complementan. Se encuentran enfrentados, porque se hallan separados. Ambos tienen funciones diferentes.
Continuamente tenemos dificultades, porque nos movemos más en un hemisferio cerebral que en el otro. La solución sería, juntarlos de tal manera, de poder movernos con ambos, sin hacer distinciones entre ellos. Esto es lo extrínseco, en general conocido.
Ahora viene algo diferente. En la Biblia dice: “Dios creó al hombre a su imagen.” Después viene algo desconcertante. Dice: “Varón y hembra los creó.”
Entonces con Dios- si es que tengo el permiso de decirlo de este modo- ambos hemisferios cerebrales no se hallaban separados.
Con nosotros se encuentran separados. Al contrario que con Dios, para nosotros hombre y mujer aparecen separados. Pero el hombre solo, no está hecho a imagen de Dios, y la mujer sola, no está hecha a imagen de Dios. Solamente juntos corresponden a la imagen de Dios.
Es decir, el hombre solo se halla incompleto. Sólo con la mujer se completa. Pero él diferencia entre sí y la mujer. Lo mismo vale para la mujer.
El ser humano se hace completo, si logra unir dentro de sí tanto lo masculino como lo femenino- en todo sentido, es decir si logra la unidad.
Hay muchas diferenciaciones, donde no apreciamos que son una continuación de la diferenciación entre hombre y mujer. Por ejemplo la diferenciación entre cuerpo y espíritu. En lugar de mujer decimos cuerpo, en lugar de hombre decimos espíritu.
En este sentido, el camino espiritual no reconociendo al cuerpo, es en muchos sentidos una negación de la mujer. De allí que muchos caminos espirituales sean hostiles al cuerpo. Anulan la unidad entre el hombre y la mujer y le dan primacía a uno por encima del otro.
Así se da también con el hemisferio derecho y el izquierdo. Uno es masculino, el otro femenino. Lo mismo vale para arriba y abajo.
Pues bien, la pregunta que surge es: ¿Qué logra unirlos?
En sintonía
A cerrar los ojos, sientan en ustedes:
¿Qué lado tiene mayor fuerza: el derecho o el izquierdo?
¿Qué tiene mayor fuerza: arriba o abajo?
¿Qué tiene mayor fuerza: la relación con mamá o la relación con papá?
Si tienen hijos de distintos sexos. ¿Con cuál de ellos es más fuerte la relación, con el hijo o con la hija?
La meditación
Esto fue lo preliminar. ¿Pudieron percibir en ustedes la separación?
Ahora- a través de la meditación- quiero transitar con ustedes un camino, en el cual podamos unir ambas partes. Uno y otro siempre son a la par masculino y femenino. La pregunta es: ¿cómo llevo a ambos a una unidad? Si esto lo logramos en los distintos ámbitos, logramos la unidad entre hombre y mujer en nosotros y en nuestras relaciones de pareja.
Derecho e izquierdo
A cerrar los ojos. Dirigimos nuestra atención al brazo derecho, al brazo izquierdo. Abrimos los brazos y giramos las palmas hacia arriba. Luego las ubicamos sobre los muslos. A mantenerse relajados.
Ahora sientan primero una mano y después la otra. ¿Cuál es más fuerte? ¿Cuál es más débil?
Sin mirar ni a la una ni a la otra, dirijan la mirada hacia delante, hasta que ambas manos se unan.
Esto significa que una mano se hace más y la otra también. Esperamos, hasta ya no pensar ni en la una ni en la otra, derecho e izquierdo se hicieron uno- infinitamente uno. Aquí se desarrolla un proceso, donde los contrarios se anulan. Juntos se convierten en una unidad.
Arriba y abajo
Hacemos ahora lo mismo con arriba y abajo. Miramos primero hacia arriba y luego hacia abajo. ¿Dónde en nuestro cuerpo transcurre la línea divisoria? También aquí esperamos, hasta que ambas partes lleguen a ser una. Cuando la unidad se logra, sentimos la diferencia en nosotros.
Padre y madre
Hacemos ahora lo mismo con padre y madre. En nosotros sentimos de inmediato el lugar del padre y el lugar de la madre. ¿Cuál de ellos se encuentra desatendido y en el trasfondo?
Nos mantenemos en un movimiento interior, hasta que ambos surjan en nosotros, se unan, se hagan iguales y uno a la vez.
La relación de pareja
Ahora trasladamos este movimiento a nuestra relación de pareja. ¿Quién o qué se halla en primer plano? ¿Quién o qué se halla más en el trasfondo? ¿Algo se encuentra más a la derecha, más a la izquierda? ¿Quién o qué se encuentra más arriba o abajo?
Ahora permitimos que se junten, ambos o ambas indiferentemente. Sentimos el efecto, cuando ambos se unen en un amor abarcador.
Dios y el mundo
Ahora nos dirigimos a un contraste más, a la que podemos comparar con derecha e izquierda o con arriba y abajo- el contraste entre Dios y el mundo.
Dejamos que confluyan en nosotros en una unidad sin distinciones, nosotros unidos a la vez con ambos, siendo uno- en todos los sentidos.
Consideración ulterior
Estas reflexiones pueden ser aplicadas también en otros contrastes. Las voy a mencionar brevemente.
Salud y enfermedad
Si queremos deshacernos de una enfermedad nos comportamos de una manera masculina. Si asentimos a ella, nuestro comportamiento es femenino. Si ambos contrastes pueden confluir, salud y enfermedad tienen un efecto conjunto y se convierten en una unidad.
Vida y muerte
La vida es aquí masculina, la muerte femenina. ¿Qué sucede con nosotros, si en nuestro sentimiento ambas pueden llegar a ser una unidad?
Nuestra vida se serena y se completa. La vivimos cara a cara con la muerte. Entonces también la muerte se completa a su tiempo.
Antes y después
Desde el sentimiento, lo pasado en el tiempo es femenino. En todo sentido está concluido. Lo próximo es masculino. Si nos dirigimos al después actuamos de manera masculina. Si lo anterior nos cautiva, esperamos, sin actuar. Ambas partes son necesarias y por sí solas estériles.
¿Cómo se hacen uno? En el instante, ahora.
Mi cuerpo
A nuestro cuerpo muchas veces lo tratamos, como si estuviera subordinado a nuestro espíritu. Lo tratamos de arriba a abajo, si bien ningún espíritu puede vivir en sí, sin cuerpo.
Muchos postulan el contraste que se da entre espíritu y cuerpo, también muchas personas religiosas o espirituales. Allí se refleja otro contraste, especialmente en los hombres. Es el contraste que se da entre hombres y mujeres.
¿Qué no le han hecho hombres a mujeres en desprecio, opresión, mutilación, denigración? Tratando a las mujeres como propiedad personal, de la cual podían disponer a su antojo, podían intercambiar o deshacerse, sin compasión y respeto, sin corazón.
Del mismo modo tratan muchas veces a su cuerpo. Lo descuidan y lo ponen en juego por los así llamados valores espirituales, muchas veces en afán de vana gloria.
¿Qué es ultimadamente una guerra o una campaña militar, la imagen de la tierra asaltada, la violación de una mujer, que en sus consecuencias lleva a la violación de muchas mujeres, sin compasión y respeto y corazón?
¿Dónde comienza para nosotros la reconciliación y la paz en todos los niveles?
En el respeto y el amor por las mujeres y en que los hombres se ubiquen debajo y junto a ellas.
Este movimiento va mucho más allá de la llamada igualdad de derechos, así como entre cuerpo y espíritu no puede haber igualdad, sino solo un plegarse, a lo que le precede, que es lo que lo mantiene en la vida y lo sostiene.
Si pienso, en lo que muchos hombres, a través de tanto tiempo, le han hecho a las mujeres, me salen las lágrimas, también cuando reflexiono acerca de lo que yo y muchos hombres le han hecho a su cuerpo y al cuerpo de otros seres humanos.
Así como los hombres, especialmente los hombres, tratan a las mujeres, así tratan a la tierra, si bien es sólo ella la que los sostiene.
De modo similar manejan el dinero. Más allá del dinero como salario merecido por un trabajo realizado; una ganancia sin fundamento se convierte en manos de los hombres en una guerra nueva y diferente y- ultraja a aquellos de los que ultimadamente proviene.
¿Cómo regresamos a nuestros fundamentos? ¿Cómo regresan los hombres a las mujeres? ¿Cómo regresan mujeres a sus madres, cuando se sienten en una situación similar con respecto a su cuerpo?
Con humildad. De una altanería prepotente regresamos a la tierra. Regresamos haciendo un desplazamiento del peso: de lo volátil a la atracción de la madre tierra, de la que provenimos, que es la que nos nutre y nos sostiene. Entonces las mujeres cargan a los hombres y a otras mujeres con un amor maternal. Se unen a ellos, conforman una unidad, sin elevarse por encima de los mismos.
Así también regresamos a nuestro cuerpo y a través de él hacia ese poder creador, el arquetipo y el origen de toda vida, que de modo más amplio encontramos en la mujer, en la madre- y también en nuestro cuerpo.
¿Cómo? Con ese amor original, que maternalmente se dirige a todo a lo que dio existencia diciendo: ¡Que se haga! ¡Qué sea! ¡Qué viva!
El abrazo
Hace poco reflexioné acerca de lo que sucede en un abrazo. Hombre y mujer están en una referencia mutua. Entonces aquí está ubicado el hombre y frente a él la mujer. El hombre extiende ampliamente los brazos y mira invitándola a la mujer. Frente a él se encuentra la mujer. Ella también abre los brazos y mira invitadoramente, con amor al hombre. Ellos se acercan mutuamente y se abrazan en forma entrañable.
¿Cómo aguantan el abrazo? Sólo un corto tiempo. El abrazo es demasiado poco. La relación entre hombre y mujer, si absorbe todo como en un abrazo, es demasiado poco. Para la vida es demasiado poco. Por lo mismo se separan después de un abrazo, tienen que soltarse. Nadie lo aguanta a la larga.
Ella da un paso hacia atrás y él da un paso hacia atrás. Ambos vuelven a extender sus brazos, muy ampliamente y miran más allá de la pareja a la vida como un todo. Ahora integran mucho a su abrazo, por ejemplo a la familia del otro, todo lo que le pertenece, pero también al mundo como a un todo. Y aquél que extiende los brazos siente que hay algo grande detrás de él, algo que lo sostiene y que tiene un efecto. Luego vuelven a mirarse, pero en unión con eso más grande. Experimenta su relación en otro nivel. Tiene otra amplitud, otra profundidad. Ambos ven al otro unido a mucho. No se atreven, a querer sacar al otro de allí y tenerlo sólo para sí mismo. Eso ya no es posible. Pero justamente, por ser tan amplia la mirada, pueden encontrarse de esta manera tan despreocupada, separarse un poco, nuevamente encontrarse, nuevamente separarse un poco, porque se encuentran integrados a algo más grande.
Lo mismo vale si, igual que la imagen de hombre y mujer, experimentamos en nosotros muchas cosas tanto pertenecientes como desconectadas.
Por ejemplo:
Derecha e izquierda
Arriba y abajo
Cuerpo y espíritu
Salud y enfermedad
Pasado, presente y futuro
¿Cómo se logra en nosotros la unión de lo separado, tanto en la sensación como en el actuar?
Abrazamos con amor a ambos lados en nosotros. Luego retrocedemos algo interiormente, hasta poder percibir en nosotros las diferencias. Ambos lados vuelven a acercarse, hasta que se sientan uno con nosotros y nosotros con ellos. Así, en una unidad con ellos miramos hacia adelante, hacia aquello que nos desafía y lo realizamos con amor.
EJERCICIO:
La sintonía con el ahora
Del curso en Berlín 10.-12.2010
Nos movemos continuamente en imágenes internas. La mayoría de estas imágenes se dirigen hacia atrás, hacia anhelos y experiencias de nuestro pasado. Otros se dirigen hacia el futuro, si bien éste aún no está. Todas estas imágenes y los sentimientos unidos a ellas se oponen al actuar en el ahora.
En el siguiente ejercicio vamos a aprender a dejar atrás esas imágenes. Nos hacemos libres para lo nuevo en el instante, ahora.
Las imágenes interiores
El primer paso:
Dejo que mis imágenes interiores transcurran frente a mí como una película, sin permitir que con ello afloren mis sentimientos. Sólo soy un espectador.
El segundo paso:
Al cabo de un rato, cuando mi película termina, la vuelvo a rebobinar, tal vez algo más rápido que cuando avanzaba.
El tercer paso:
La misma película la dejo avanzar nuevamente, sin ligarme a ella. La miro como desde lejos.
El cuarto paso:
Vuelvo a rebobinar la película, también esta vez algo más rápido.
El quinto paso:
Ahora le doy la espalda a la película, doy unos pasos hacia adelante, dejando atrás mis imágenes internas y me dirijo hacia una nueva amplitud en el aquí y ahora.
El sexto paso:
Exhalo liberado.
LA PAZ






Fenómeno: Futbol
de Hermann Furthmeier
Alemania está jugando contra Inglaterra en los octavos de final de la Copa Mundial 2010.
Estoy sentado frente al televisor, el marcador es 2:1 a favor “nuestro”. La tensión está creciendo, las manos sudan, el latido del corazón es audible, el pulso se acelera y la respiración se halla contenida.
Es cuando me llega el pensamiento: ¿qué sucede aquí conmigo? Si tan solo estoy sentado frente al televisor, en la lejana Sudáfrica 22 hombres corren detrás de una pelota y un árbitro más dos jueces de línea controlan el evento.
Se trata de todo lo que tengo, mi estirpe, mi grupo, al que pertenezco, mi país, Alemania, de la supervivencia de mi “clan”. Las reacciones físicas indican lucha. El otro grupo, el otro país tiene que ser combatido, tiene que ser vencido. Sólo uno “sobrevive”, puede seguir.
¿De dónde vienen las reacciones del cuerpo? ¿Surge en el cuerpo la memoria de las confrontaciones entre las tribus de épocas remotas, donde lógicamente siempre se trataba de vida o muerte?
El enfoque de Bert Hellinger me ayuda. Él descubrió, que uno está ligado a su grupo a través de la buena conciencia y es así que uno la defiende. Así se gana el derecho de pertenencia y más honor.
Conmigo el cuerpo reacciona indudablemente por el grupo Alemania y no siento ni tristeza ni dolor profundo si Inglaterra es eliminada. En la esfera de la buena conciencia me encuentro unido a mi clan, los otros, aquí Inglaterra en el conflicto hasta ese momento, hay que vencerlos “futbolísticamente” y aniquilarlos.
A mi entender muchos hombres experimentan viejos patrones de lucha y profundamente arraigados. El cuerpo aún lo sabe, aunque uno que otro intelecto cree, ya haberse despojado de los mismos.
El que no siente este deseo de aniquilamiento, sufre de una agresión oculta y no nota, que su estado pacífico sólo es fingido.
¿Cómo salgo ahora de esta tensión y ansiedad- a menos que desee mantenerme a toda costa en esa sensación y dañar mi corazón? Sólo con otra conciencia, con la mala conciencia de serle infiel a todo este proceso y a mi país. Antes esto estaba unido a la exclusión del clan, a la pérdida de la pertenencia- que equivalía a la pena de muerte.
Luego llega una comprensión. Me imagino, como un fanático inglés se encuentra frente al televisor, cautivado y apasionado y con buena conciencia por su país. ¿Cómo serán sus sensaciones y la de todos los otros fanáticos del mundo con esa tendencia hacia el fútbol? Tal vez con una u otra diferencia de carácter, pero ninguno mejor o peor al encontrarse en conexión con su equipo que juega.
Ahora comienzo a observar los hombres de ambos equipos, cómo luchan, como se apasionan, como entregan todo, miro a todos de la misma manera. El motivo los une.
Quién será el ganador o perdedor, ya no tiene tanta importancia. Se establece una distancia. A mí no me sucede nada frente al televisor porque estoy indiferente. Precisamente estoy superando mis limitaciones previas. Las sensaciones físicas disminuyen, las manos están secas, el latido del corazón normal, cunde el relajamiento. No necesito luchar contra nadie, ni aniquilarlo, tampoco huir.
Desde mucho tiempo vale lo viejo, lo repetido una y otra vez, las estirpes, clanes, pueblos, religiones, países se enfrentan por los motivos más diversos. Fueron especialmente los hombres, los que por todos los medios, trataban de lograr la victoria de su grupo y asegurarles así la supervivencia.
Es un viejo juego, en el futbol se encuentra más refinado y civilizado, pero se trata de ataque y defensa, de viejos rituales de lucha por la supervivencia y del deseo de aniquilamiento.
Muchos hombres lo aman y algunas mujeres también.
 ORDENES DEL EXITO


El Dinero
El dinero es fuerza. Tiene su efecto. A él le precede algo, por ejemplo un esfuerzo, que ha aportado ingresos. Cuánto mayor el esfuerzo, tanto más fuerza tiene el dinero, siempre y cuando corresponda al esfuerzo. Si la remuneración es menor al esfuerzo, que con ella se paga, mantiene su valor, pero la fuerza es menor. Si la remuneración va más allá del esfuerzo, también pierde en fuerza. Eso se muestra en el hecho, de que se quiere ir. No quiere ni puede quedarse.
Lo mismo vale, si acumulamos el dinero sin siquiera haber hecho algo con él o haberlo gastado en una prestación recibida.
Cuando el dinero se independiza, es decir, se desliga de prestaciones, de servicios a la vida para nosotros o para otros, quedan de él números sin valor verdadero. Vuelve a recuperar ese valor, si produce algo más que números, si produce una eficacia, que exige algo personal de aquél, quien lo hace. Es decir, si al tomarlo no se ocasiona daño a otros, sino que se gasta y se da, para poder lograr algo, que pueda servirle a ellos y a otros.
Desde luego también aquí sólo, si ellos se esfuerzan por ello. Dinero prestado, que ocupa el lugar en vez de un esfuerzo, se pierde. Se pierde sin fuerza.
El dinero se mueve en el círculo de rendimiento y salario, de nuevo rendimiento y nuevo salario. En este círculo crecen ambos, el rendimiento y el salario.
A la inversa, sin rendimiento y sin el salario equitativo, o si el dinero es prestado o dado, sin tener en cuenta un rendimiento equivalente, comienza un círculo semejante. Pero aquí de pérdida en pérdida, hasta que el excedente desaparece.
El dinero se mantiene alejado del que lo desprecia. Sin dinero él se hace débil en lugar de fuerte y permanece pobre.
El que por ser modesto, se arregla con poco dinero, a él se dirige. Le llega cuando lo necesita. Permanece como una fuerza.
El que aprecia el dinero, puede dejar que siga su curso. Lo mantiene en una correa larga como a un perro. Con tanto más gusto el dinero regresa a él, cuando lo necesita y cuando lo llama.
A veces el dinero se retira. Por ejemplo, cuando despreciamos algo que nos es ofrecido con amor, que nos han dado, especialmente el logro de nuestros padres. Sólo si apreciamos sus logros, llega a nosotros y a ellos la paga, equivalente a este logro.
Eso también vale en general. Si respetamos el esfuerzo, que otros realizan para nosotros, muchas veces sin paga, proviene con este esfuerzo tanto para ellos como para nosotros un rendimiento. Ellos retribuyen ese respeto con más esfuerzo, sin reparar en ello. Sin nuestro respeto ya no habrá esfuerzo.
Todo dinero proviene y se mantiene en este mundo. En otro mundo, más allá del nuestro vale otra moneda. Sin embargo el dinero de aquí tiene un efecto en ese otro mundo, si de buen modo tanto lo podemos tomar como dejar. Tiene permiso de quedarse, cuando nuestro tiempo acaba.
La pregunta es: ¿Para quién o para qué se queda? El que lo recibe después de nosotros ¿tiene la fuerza de quedárselo? ¿Se convierte en remuneración por un esfuerzo, que él tenga que rendir o se convierte en un peso, que aplasta en lugar de regalar algo?
De estas reflexiones ¿qué resulta como comprensión? El dinero se comporta como un mensajero, que nos es enviado de otro sitio. Él quiere que lo ganemos para lograr algo con ello y luego dejarlo a su debido tiempo. Escuchamos el mensaje que este mensajero nos trae de otro lado, con cuidado ponemos atención, lo que exige de nosotros, sea lo que fuere, al servicio de su señor. Escoger no podemos ni debemos.
Manejamos a nuestro dinero de forma devota, como lo haríamos con una revelación divina. Con ella en sintonía, asentimos al dinero, sea lo que fuere que espere y exija de nosotros. En sintonía con esa revelación, nuestro trato con él se convierte en un servicio a Dios y en servicio a la vida para muchos- un servicio con amor.
Despedir
Despedimos un colaborador, cuando en su rendimiento disminuye. Al mismo tiempo con ello lo despedimos de una preocupación, como que nosotros le deberíamos algo, que va más allá de lo comercial. Si no los roles se intercambian. Es él quien entonces exige, en lugar de dar, nosotros le damos, en lugar de exigir.
Aquí se trata de determinar los límites, para él y para nosotros. El que exige, también tiene que dar. El que da, tiene y debe exigir equivalentemente.
¿Cuál es aquí el proceso interior del que se trata? De antemano ambas partes deben saber, se trata de una relación de igual a igual, es decir de dos personas independientes, sin que existan exigencias ocultas o que haya que rendir esfuerzos, que vayan más allá de ello. Si el colaborador se comporta como que si pudiera esperar más de lo que produce, por ejemplo como si tuviera que ser cuidado por nosotros como de niño en su familia, los roles se intercambia, si lo consentimos.
Por otro lado no puedo esperar más de él, que la causa, a cuyo servicio estoy, amerita. Yo soy tomado al servicio por la causa, también aquí de igual a igual. Yo estoy a su servicio y ella al mío, equivalentemente al esfuerzo recíproco producido. Si disminuye mi esfuerzo, disminuye esa causa. Si se demuestra que ya no está al servicio mío y de otros, cede mi interés y mi entrega por ella. Entonces también ella es despedida por mí y será sustituida por otra.
En ambos casos se trata del esfuerzo, que se encuentra al servicio de una causa, que vaya más allá de lo personal. Ultimadamente está al servicio del progreso y con respecto a él será medida. Si ya no nos encontramos al servicio del mismo, seremos despedidos por él. También aquí decide el resultado.
Por lo tanto, también nos despedimos a nosotros mismos, si nuestro servicio ya no corresponde a la causa. Nos retiramos y hacemos sitio para otros.
La pregunta aquí también es: ¿Atendemos al asunto con amor y nos alegramos si resulta? ¿Es el asunto el que mantiene la dirección o se ve sometido a otros intereses, de tal forma que se convierte en menos en lugar de más? Si, de nuestra parte, amenazamos al asunto con la despedida, el orden se vuelve a restablecer cuando éste retoma la dirección. Estamos al servicio de él, él nos sirve hasta donde nosotros le servimos a él.
Entonces podemos quedarnos y otros pueden quedarse. ¿Cómo? Temporalmente, mientras respondamos bien y nuestro rendimiento se haga más en lugar de menos. Porque así también responde la vida, hasta que su rendimiento cede y al final nos despide.

PERSPECTIVAS
¿Hacia dónde?
¿Hacia dónde debo dirigirme? Así comienza un Lied de la Misa Alemana de Franz Schubert.
¿Quién pregunta así? Sólo un ser humano pregunta de este modo, o mejor dicho, una criatura indefensa.
¿Nos podemos imaginar a un animal o a otro ser vivo preguntando de este modo? En ese sentido ¿no son todos responsables de sí mismos? ¿No tiene que saber cada uno de ellos, en cuanto acaba la protección de la madre, hacia dónde dirigirse? Y acaso ¿no todos los seres vivos- llamados primitivos- desde el principio tienen que defenderse solos y saber hacia dónde dirigirse? Si no lo saben, perecen.
¿Están por tanto menos en la vida y son pensados y queridos menos por el poder creador, que aquellos que se comportan como si esa protección les tocara en menor grado y que preguntan y rezan: “Hacia dónde debo dirigirme?” en lugar de tomar el riesgo de los siguientes pasos e intentarlo por sí mismos, sea cual fueren las consecuencias para ellos, tanto ganancia como pérdida?
¿Hacia dónde debo dirigirme? Hacia la siguiente acción pendiente de instante en instante. Entonces me guía ante todo mi acción, porque sólo la siguiente acción pendiente, es la ejecución de mi vida; exigida y predeterminada por ella en el instante, predeterminada de tal manera, que pueda continuar de inmediato.
El que pregunta ¿hacia dónde? se detiene. Su vida se detiene en lugar de continuar. Su amor se detiene en lugar de causar algo inmediato.
El Lied:” ¿Hacia dónde debo dirigirme?” está dirigido a Dios. ¿Qué dice con ello acerca de Dios? Que se ha retirado y no sabe hacia dónde, que en este momento me mantiene menos o en absoluto en la vida, completamente en la vida, que no está presente a todas horas, cuando me muevo y actúo, cuando me muevo ahora y actúo ahora.
Por lo tanto ¿hacia dónde debo dirigirme? Hacia la vida, hacia la vida completa, ahora.
¿Quién o qué acude entonces a mí? Mi vida acude a mí-y con ella Dios.


Es tanto el material que hay sobre Constelaciones, que prefiero indicar el enlace de la web
http://www2.hellinger.com/es/home/bert-hellinger/ayuda-para-la-vida-actual/

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