por Alonso del Rio
El siglo XX nos regaló una serie de verdaderos maestros que sin contar con tanta maravilla tecnológica supieron hacer llegar sus mensajes en forma clara y eficiente, iluminando el camino de miles de personas.
Seres como Steiner, Ivanov, Gurdgieff, Adoum, Ramana Maharshi, Vivekananda, Sivananda, Yogananda, Krishnamurti, Osho, Sri Aurobi...ndo, fueron manantiales de sabiduría, paradas casi obligadas donde abrevar y recordar que nunca estuvimos solos. (perdonen las omisiones, la mayoría no son voluntarias)
De este último (Sri Aurobindo) quiero compartir un texto que probablemente he leído varios cientos de veces, (antes me lo sabía de memoria, ahora práctico el olvido) a mi parecer, es uno de los textos más reveladores y mejor escritos por la magnitud de la verdad que transmite y por la capacidad de condensarla en muy pocas líneas.
Es la introducción a un pequeño libro que titula “La madre” escrito en 1928 y si bien se percibe un estilo un tanto antiguo espero no se convierta en grande obstáculo para aquellos que en verdad claman por la “gracia divina”.
…Y dice así:
“Sólo hay dos poderes que pueden ambos, aunados, lograr ese algo grandioso y difícil que es el fin de nuestros esfuerzos: una firme e imperturbable aspiración que clama desde abajo y la Gracia suprema que desde arriba responde.
Mas dicha Gracia suprema actuará, únicamente, en condiciones de Luz y de Verdad; no puede hacerlo en medio de la Falsedad y la Ignorancia. Pues si respondiera a las demandas de la Falsedad, traicionaría su propio propósito.
He aquí las condiciones de Luz y Verdad –las únicas que permitirán el descenso de la Energía superior-; y es sólo la energía supramental descendiendo desde lo alto y abriéndose paso desde lo bajo, lo que puede dominar victoriosamente la Naturaleza física y anular sus sufrimientos y dificultades: Debe haber una total y sincera entrega; debe haber una apertura única del yo personal al Poder divino; debe haber una constante e integral elección de la Verdad que está descendiendo, un permanente rechazo de la Falsedad de los Poderes mental, vital y físico, y de las apariencias que aún rigen la Naturaleza terrenal”.
Esto no viene desde el centro de las pléyades sino desde el corazón de un hombre.
Hace muchos años un amigo se paró en frente mío y mostrándome sus dos manos cerradas me dijo:
“Tengo dos regalo para ti, pero solo puedes escoger uno.
En esta mano, tengo una gran verdad, en la otra una pequeña mentira y tú debes decidir cuál deseas conocer”
Inmediatamente me abalance sobre la mano que supuestamente contenía “la gran verdad”, el abrió la mano y me dijo con una sonrisa: La gran verdad es el vacío, ¿qué esperabas encontrar dentro de una mano cerrada?
Decepcionado me fui sobre la otra mano, pero me dijo: tarde, te perdiste la pequeña mentira que te hubiera sido mil veces más útil que “una gran verdad”,
sobre todo si descubres que esa pequeña mentira se encuentra dentro de ti mismo y es lo que te impide ser impecable, y si tienes la habilidad para descubrirla y desalojarla, poco a poco podrás crear el vacío que se vaya llenando con la gran verdad.
Mientras tu vida este llena de pequeñas mentiras nunca habrá espacio para una gran verdad”
La frase de Mark Twain: “es muy fácil engañar a la gente, lo difícil es convencerlos que han sido engañados” es muy propia para estos tiempos.
En días como hoy en los que el delirio corre como agua sobre hielo, reflexiono sobre cuál debe ser el límite en el intento de servir como un referente de lo real.
¿Hasta dónde dejar que la sagrada inocencia de muchos amigos sea ultrajada por descontrolada imaginación y de a luz a bastarda oscuridad?, ¿pequeñas mentiras?
¿Cuánto hay de ingenuidad, en todos esos mensajes “galácticos”, cuanto de vicio? Dejemos al maestro Aurobindo que responda a tu ser interior.
Compartí hace unos meses: “yo no me divierto, yo me recreo”, por que el tiempo es sagrado. En un sentido el tiempo es también un espíritu muy sagrado y muy antiguo al que llamo Pachakamaq. Tu tiempo y mi tiempo son igualmente sagrados, por eso no tomo tu tiempo para distraerte.
A los 20 años recibí una orden disfrazada de canción:
“Canta tú las canciones de lo real
solo comprende: no existe el mal,
solo hay canciones
que piden más
ser comprendidas
hasta el final”
Volviendo al texto de Aurobindo, solo quisiera comentar la bella imagen de algo que sube y algo que desciende: Pachamama clama, Pachakamaq responde:
Luz y Verdad no Falsedad e Ignorancia.
Por favor lean el texto de Aurobindo unas 100 veces con el corazón antes de ignorarme.
El siglo XX nos regaló una serie de verdaderos maestros que sin contar con tanta maravilla tecnológica supieron hacer llegar sus mensajes en forma clara y eficiente, iluminando el camino de miles de personas.
Seres como Steiner, Ivanov, Gurdgieff, Adoum, Ramana Maharshi, Vivekananda, Sivananda, Yogananda, Krishnamurti, Osho, Sri Aurobi...ndo, fueron manantiales de sabiduría, paradas casi obligadas donde abrevar y recordar que nunca estuvimos solos. (perdonen las omisiones, la mayoría no son voluntarias)
De este último (Sri Aurobindo) quiero compartir un texto que probablemente he leído varios cientos de veces, (antes me lo sabía de memoria, ahora práctico el olvido) a mi parecer, es uno de los textos más reveladores y mejor escritos por la magnitud de la verdad que transmite y por la capacidad de condensarla en muy pocas líneas.
Es la introducción a un pequeño libro que titula “La madre” escrito en 1928 y si bien se percibe un estilo un tanto antiguo espero no se convierta en grande obstáculo para aquellos que en verdad claman por la “gracia divina”.
…Y dice así:
“Sólo hay dos poderes que pueden ambos, aunados, lograr ese algo grandioso y difícil que es el fin de nuestros esfuerzos: una firme e imperturbable aspiración que clama desde abajo y la Gracia suprema que desde arriba responde.
Mas dicha Gracia suprema actuará, únicamente, en condiciones de Luz y de Verdad; no puede hacerlo en medio de la Falsedad y la Ignorancia. Pues si respondiera a las demandas de la Falsedad, traicionaría su propio propósito.
He aquí las condiciones de Luz y Verdad –las únicas que permitirán el descenso de la Energía superior-; y es sólo la energía supramental descendiendo desde lo alto y abriéndose paso desde lo bajo, lo que puede dominar victoriosamente la Naturaleza física y anular sus sufrimientos y dificultades: Debe haber una total y sincera entrega; debe haber una apertura única del yo personal al Poder divino; debe haber una constante e integral elección de la Verdad que está descendiendo, un permanente rechazo de la Falsedad de los Poderes mental, vital y físico, y de las apariencias que aún rigen la Naturaleza terrenal”.
Esto no viene desde el centro de las pléyades sino desde el corazón de un hombre.
Hace muchos años un amigo se paró en frente mío y mostrándome sus dos manos cerradas me dijo:
“Tengo dos regalo para ti, pero solo puedes escoger uno.
En esta mano, tengo una gran verdad, en la otra una pequeña mentira y tú debes decidir cuál deseas conocer”
Inmediatamente me abalance sobre la mano que supuestamente contenía “la gran verdad”, el abrió la mano y me dijo con una sonrisa: La gran verdad es el vacío, ¿qué esperabas encontrar dentro de una mano cerrada?
Decepcionado me fui sobre la otra mano, pero me dijo: tarde, te perdiste la pequeña mentira que te hubiera sido mil veces más útil que “una gran verdad”,
sobre todo si descubres que esa pequeña mentira se encuentra dentro de ti mismo y es lo que te impide ser impecable, y si tienes la habilidad para descubrirla y desalojarla, poco a poco podrás crear el vacío que se vaya llenando con la gran verdad.
Mientras tu vida este llena de pequeñas mentiras nunca habrá espacio para una gran verdad”
La frase de Mark Twain: “es muy fácil engañar a la gente, lo difícil es convencerlos que han sido engañados” es muy propia para estos tiempos.
En días como hoy en los que el delirio corre como agua sobre hielo, reflexiono sobre cuál debe ser el límite en el intento de servir como un referente de lo real.
¿Hasta dónde dejar que la sagrada inocencia de muchos amigos sea ultrajada por descontrolada imaginación y de a luz a bastarda oscuridad?, ¿pequeñas mentiras?
¿Cuánto hay de ingenuidad, en todos esos mensajes “galácticos”, cuanto de vicio? Dejemos al maestro Aurobindo que responda a tu ser interior.
Compartí hace unos meses: “yo no me divierto, yo me recreo”, por que el tiempo es sagrado. En un sentido el tiempo es también un espíritu muy sagrado y muy antiguo al que llamo Pachakamaq. Tu tiempo y mi tiempo son igualmente sagrados, por eso no tomo tu tiempo para distraerte.
A los 20 años recibí una orden disfrazada de canción:
“Canta tú las canciones de lo real
solo comprende: no existe el mal,
solo hay canciones
que piden más
ser comprendidas
hasta el final”
Volviendo al texto de Aurobindo, solo quisiera comentar la bella imagen de algo que sube y algo que desciende: Pachamama clama, Pachakamaq responde:
Luz y Verdad no Falsedad e Ignorancia.
Por favor lean el texto de Aurobindo unas 100 veces con el corazón antes de ignorarme.
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