jueves, 14 de febrero de 2013

El Tabaco y el Fuego


El tabaco y el fuego

 web: Cusi Huasi

 

El fuego era reconocido por los antiguos habitantes de América como un transmutador y liberador del poder de ciertas sustancias. Consideraban que hacía las cosas más activas que pasivas y liberaba la esencia de las substancias. Por eso es que quemaban y fumaban una gran variedad de sustancias. Tenían diferentes mezclas fumables dependiendo de las necesidades del ritual y de la estación. Muchas de las variedades utilizadas se han extinguido o sus propiedades han sido olvidadas.

El tabaco era utilizado por sus propiedades para parar el pensamiento, enfocarse y centrarse en uno mismo, lo cual era una preparación previa para poder escuchar a los espíritus guías, a los espíritus de la naturaleza y a los seres que habitan en otras dimensiones o planos de conciencia. El tabaco servía como preparación, pero no abría las capacidades para escuchar a estos guías. Para esto se añadían otros ingredientes.

El tabaco sólo constituía entre el 5 o máximo el 10% de la mezcla para fumar. Los antiguos habitantes creían que las plantas nativas de las distintas regiones estaban creadas por los espíritus de la naturaleza para satisfacer las necesidades específicas de las personas y animales nativos de cada área, por eso es que las diferentes tribus hacían uso de diferentes plantas, dependiendo de cuáles eran las que crecían en la localidad y del propósito de la ceremonia. Los chamanes eran quienes sabían cuáles usar en cada ocasión.

La salvia, de la cual hay por lo menos 20 distintas variedades, era considerada especialmente útil en los rituales de las mujeres. Otros ingredientes comunes eran lavanda, girasol, cortezas de distintos árboles y plantas secas y pulverizadas con propiedades psicoactivas.

Cada una de ellas era recogida con reverencia por los chamanes que sabían cuáles eran sus poderes, cuándo podían ser recolectadas y cómo secarlas al sol para que absorbiera sus propiedades energéticas. En los rituales de preparación, el tabaco y todas estas plantas eran alterados, purificados y elevados de vibración con la ayuda de las plegarias e invocaciones a los espíritus. Además, las piedras con las que tradicionalmente se manufacturaban las pipas eran en sí mismas transformadoras de la energía del tabaco y las demás plantas. Esto era parte del ritual y parte de lo que las hacía efectivas, ya que actuaban químicamente como liberadoras de las sustancias psicoactivas de ciertas plantas.

 

Otra parte importante de la sacralidad de fumar era que se realizaba en grupo, dentro de una ceremonia, para estrechar los lazos entre unos y otros. Esto se hacía para mezclar e integrar las energías al inhalar el mismo humo. Al término de una guerra tribal, pasar la pipa de la paz era una forma de cimentar la unión, de dejar ir las diferencias. No obstante:

Cuando los nativos americanos introdujeron el tabaco a los inmigrantes europeos, deliberadamente dejaron fuera la salvia y otros ingredientes cruciales para alterar la conciencia. Por una parte, lo hicieron debido al principio espiritual de no dar a conocer sustancias alteradoras de la conciencia a los no despiertos espiritualmente. Los nativos americanos vieron rápidamente que, aunque los europeos habían superado la pobreza y eran técnicamente adultos, sufrían de un curioso y más bien trágico retardo espiritual. Los europeos no tenían visiones, no se podían comunicar con los espíritus de sus ancestros, y no sentían la divinidad de los cuatro elementos. No sólo carecían de estas habilidades perceptivas, de las cuales ocasionalmente algunos nativos americanos carecían, sino que además ridiculizaban arrogantemente a quienes podían percibir tales cosas. Claramente los europeos no estaban listos para los rituales en los que se fumaban estas plantas.

Los nativos norteamericanos estaban intensamente conscientes del uso correcto del tabaco. Era visto como un regalo sagrado del mundo del espíritu.

La frecuencia correcta de uso del tabaco es de una vez por semana y la hora correcta para utilizarlo es al atardecer.

Hay algo en el fuego, algo en la hierba ardiendo que abre sentimientos propios del corazón. Fuego, humo y aroma son los tres elementos que conforman la llave a la puerta de la relajación y la paz fuera del tiempo.

 Para que el tabaco no entre en vuestros sistemas, podéis llevar a cabo el mismo ritual quemando hierbas, especias o incienso y pasándolo en círculo. Quemar tabaco puede ser el estado intermedio entre fumarlo una vez por semana y el último paso de quemar incienso simplemente.

 “Mientras la pipa se llena de tabaco sagrado, se ofrecen plegarias por todos los poderes del universo y por la miríada de formas de la creación, cada una de las cuales es representada por un grano de tabaco. La pipa cargada es, así la “Totalidad”, por lo que cuando se añade el fuego del Gran Espíritu tiene lugar un sacrificio divino en el que el universo y el hombre son reabsorbidos en el Principio y se convierten en lo que en realidad son. Al mezclar su aliento vital con el tabaco y el fuego a través del recto cañón de la concentración, el hombre que fuma asiste al sacrificio de su propio yo, o ego, y es ayudado así a tomar conciencia de la Divina presencia que está en su propio centro. En verdad, con la liberación del humo el hombre es ayudado, además, a tomar conciencia de que no sólo la presencia de Dios está dentro de él, sino de que él y el mundo están misteriosamente sumergidos en Dios. El humo que se eleva hacia los cielos es también, por decirlo así, una “plegaria visible”, a cuya vista y fragancia se alegra la creación entera.”

 
Fuente: boards5.melodysoft.com

             mind-surf.net

 
 

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